Coontaadoor

Sorry..

Siento estar tardando mucho en subir otro capítulo,
pero es que a penas tengo tiempo para nada.
SORRY SORRY SORRY SORRY
Prometo que mañana mismo subiré otro capítulo :)
Muchas gracias a los que leen mis historias,de verdad ^.^
Que paséis buen día (K)

Tercer capítulo

Sentí como su mirada se clavaba en mis blancas piernas y subía hasta pararse en mi suéter. Me estaba poniendo muy nerviosa, ¿qué pretendía exactamente?

- Jajaja qué graciosa. Creo que nos vamos a llevar muy bien compañera de mesa. Por cierto, eres preciosa – Soltó de sopetón.

¡¡Riiiiing!!

- Te equivocas de chica mujeriego. Ya nos veremos, y espero que en la próxima clase estés completamente callado.

Cogí mi mochila y me fui como una moto, quería salir de ahí lo antes posible, quería aire.
Salí del aula y con paso de tortuga me dirigí hacia la fuente, necesitaba una buena dosis de agua fría.

- ¡Wendy! – sonó al comienzo del pasillo.

Esa voz me sonaba muchísimo, me resultaba realmente familiar, pero no recordaba a quién pertenecía aquella adorable voz.
Me giré para ver quién me llamaba, pero no vi a nadie entre toda la multitud que se había formado en el pasillo, a causa de la hora de cambio de clase. Seguí mirando, buscando a alguien que ni sabía quién era, pero no vi ninguna cara que coincidiera con aquella voz.
Me resigné a seguir buscando, y me giré de nuevo para ir hacia la fuente. Cuando nada más darme la vuelta, me encontré de frente con alguien.

- Pequeña, te estaba llamando.

- ¡Oh, Dios mío!  ¡No sabía que eras tú!

- ¿Qué pasa? ¿No te alegras de verme?

- Claro que me alegro. Te echaba mucho de menos. Pensé que no te volvería a ver hasta el año que viene. ¿Qué haces aquí?

- Yo también te echaba de menos. Estoy de vacaciones y me apetecía mucho venir a verte. Feliz cumpleaños Wen.

Me dio un abrazo bien fuerte, me besó en la mejilla y me dio un paquete envuelto en papel de regalo de color lila, sabe que me encanta ese color. No sé qué será lo que hay dentro de la caja, pero él siempre me regala algo que me deja fascinada.

- Gracias por acordarte de mi cumpleaños, eres el mejor. ¿Hasta cuando te piensas quedar?

- Solo me voy a quedar dos semanas, tengo que volver para terminar de hacer unas cosas. Bueno, me tengo que ir ya. Cuando puedas abre el paquete, te va a encantar  lo que te he traído. Ya nos veremos, te quiero.

- Yo también te quiero - Le dije con un tono que ni siquiera yo oí. Me había quedado mirando fijamente el paquete, pensando en qué demonios podría ser. Sin más, comencé a abrir mi regalo.

Segundo capítulo

- ¡Es verdad! Lo siento Wen, a veces se me va la olla. Pero tía, eso ya pasó hace tiempo y por muchos cumpleaños que no celebres y estés triste, él no volverá. Vale, pero si te dice que no, yo la convenzo, sabes que soy una crack para eso. Ya sé que soy muy buena, pero es que, verás, tuve un pequeño percance, ayer te estuve llamando para contártelo, ¿dónde estabas metida?

- ¡Ya sé que no volverá! ¡No hace falta que me lo recuerdes!- le contesté malhumorada.

Cogí los libros, cerré la taquilla y me dirigí hacia mi clase.

- ¡Wendy espera! ¿Y lo que te quería contar, qué?

- Ya me lo contarás en otro momento, ahora tengo que ir a clase, que llego tarde. Nos vemos a segunda hora, adiós- Le dije con un tono casi insonoro.

Entré en el aula y como siempre, me siento en el sitio que está al lado de la ventana, no porque me guste mirar a la multitud o porque me encante apoyarme en la pared, sino simplemente porque me encanta observar como los pajarillos se posan y comen trocitos de pan, me tranquiliza mucho.
La profesora comenzó a mover los labios en señal de que estaba hablando, pero de su boca no salía ni una sola palabra, no oía nada, estaba tan perdida en mi pequeño mundo, que no volví al mundo real hasta que sentí una presencia en mi costado.

- ¡Ah! ¿Y tú quién eres? - le pregunté a aquella persona que estaba sentada a mi lado, que antes no estaba.

- No te asustes, no muerdo. Soy tu nuevo compañero de mesa.

Dios, hasta que no se me fue el susto, no me había dado cuenta de lo guapo que era ese chico. Mientras él esperaba una respuesta, yo no podía dejar de mirarlo asombrada. Tenía el pelo desaliñado con un color rubio soleado, unos ojos grandes y exóticos con los que resaltaba sus iris azules, y unos labios extremadamente bien perfilados y carnosos. Nunca había visto a un chico tan hermoso, quizá porque nunca me solía fijar en ningún chico, y tampoco quería, por lo que desvié mi mirada e hice caso omiso a su presencia.

- Y bien, ¿tú eres?- volvió a llamar mi atención.

- Tu compañera de mesa.

Primer capítulo

   Cuando me levanté, mi madre me sorprendió con el desayuno en la cama, y como era de esperar, ahí estaba mi hermano llamándome vieja. Mi madre tiene la costumbre de dar los regalos justo en la hora en la que se nace, sí, lo sé, es una estupidez, pero como nací a las doce de la noche, me tranquiliza saber que aún quedan muchas horas para que mi madre me dé su regalo.
   Este año no sé que me va a regalar, sus regalos son realmente imposibles de adivinar, el año pasado me regaló un vestido rojo muy corto y unos tacones demasiado altos. Ella siempre busca la forma de intentar cambiarme, no le gusta como soy, siempre me pone la típica excusa de que si no me visto como una chica normal, ningún chico se fijará en mí. La verdad es que me da igual, yo no tengo la cabeza como para estar pensando en chicos ni para enamorarme, además, me gusta ser tal como soy y nadie me va a cambiar.

   Cuando terminé de desayunar, de vestirme y de escuchar la cancioncilla de Feliz Cumpleaños, cogí mis cosas y salí a toda pastilla. Llegué al instituto en menos de cinco minutos, aparqué mi moto y me adentré en el horrible mundo que cada mañana tengo que soportar. Ignorar a las reinas pijas o a los chulos machistas se me hace cada vez menos aguantable, tengo tantas ganas de terminar el insti e irme bien lejos de aquí, que esa esperanza es lo único que me hace levantarme con ganas de ir a clase.
   Me dirigí hacia mi taquilla para buscar los libros de Economía, y en el momento de abrirla, apareció Zoe saltando detrás de mí y cantando esa ridícula canción.

   Zoe y yo somos amigas desde que tenemos tres años y es estupenda, ella es muy diferente a los demás, al igual que yo, a lo mejor es por eso por el que nos llevamos tan bien. Ella ha estado conmigo en mis mejores y peores momentos, es mi única amiga y a la única que necesito. Ella sabe todo de mí, sabe cosas que ni yo sé, me conoce al 100% y me gusta, porque eso demuestra que de verdad me quiere.

- ¡Wendy! que ya te me haces mayor, muchísimas felicidades granuja - dijo Zoe al terminar de cantar.

-  Muchas gracias y sí, Zoe, por desgracia me hago mayor, pero no quiero pensar en eso ahora. ¿Cómo te fue el examen de Filosofía ayer?

- Wen, hoy es tu día y tienes que estar contenta, hay que celebrarlo a lo grande. ¿Al final lo vas a celebrar no? ¿El examen?, pues verás, jeje, no me salió como pensaba.

Se me olvidaba decir que Zoe habla más que un pajarito, le encanta hablar, y preguntar sin parar es su especialidad.

- ¿Contenta? Zoe, parece mentira que no te acuerdes de por qué odio los cumpleaños… No lo sé, tengo que hablarlo con mi madre. ¿Y se puede saber por qué, si eres buenísima en Filosofía?

Kit-kat

Un kit-kat es como llamo yo a una pausa de lo que estaba haciendo para hacer otra y luego volver a lo de antes.
En fin, que me apetece subir una historia que llevaba siglos escribiendo y que nunca conseguía terminarla, pero hoy, me ha venido la inspiración como nunca y he decidido dejar a un lado la historia de "Perdonar" para empezar esta, que aún no tiene título, yo es que soy muy mala para eso.
Pero, por si a alguien le interesa, "Perdonar" la seguiré publicando cuando termine de publicar la nueva.

Perdonar / Primera parte

Me levanté y desayuné, como cada mañana.
Luego me preparé y me fui tranquilamente a la Universidad.
De camino, se me ocurrió la idea de ir a visitar a mi novio a su campus.
No estaba muy lejos de donde yo me encontraba y todavía era temprano,
a si que no vi por qué no ir. Cuando llegué a la esquina de donde él siempre está,
me paré en seco con los ojos bien abiertos, no podía creer lo que mis ojos  estaban viendo.
Sus manos rodeaban las bonitas caderas de una rubia, y ésta lo agarraba  por su bonita camisa, camisa que yo le regalé.
No paraban de reírse y de besarse, como si nada pasase.
Apenas pude aguantar el llanto que se me avecinaba,
pero saqué fuerzas y les grabé con mi móvil.
Cuando terminé, me fui llorando a clase, mirando hacia el suelo, tropezando con cualquiera que pasara por mi lado, recordando una y otra vez la escena que me había encontrado y rezando para que todo fuese solo un sueño. Tenía que estar durmiendo, no tenía otra explicación.
Llegué a clase, todos me saludaban, me hablaban,
me contaban como les había ido, y yo, sin escuchar ni una sola palabra.
Mis amigos empezaron a darse cuenta de que algo me pasaba,
y me preguntaban por qué estaba así, pero yo les respondía sin palabras,
rebobinaba aquellas imágenes y miles de lágrimas volvían a caer por mis rojas mejillas.
No preguntaron más, sabían que no quería hablar y que solo quería estar sola.
Pasaron las horas, y por fin sonó el timbre de la salida.
Cuando salí, vi que él me estaba esperando, como cada día.
¡Será engreído! Pensé para mis adentros. Me estaba recibiendo con una enorme
sonrisa y con los brazos abiertos.
Fui hacia él, lo miré con odio, le di una buena bofetada y le dije:
“Lo nuestro se ha terminado, no puedo creer que me hayas hecho esto,
no quiero volver a verte nunca más “
Él, sin saber por qué le había dicho todo eso, no paró de decirme que no entendía nada, que se lo explicara.
Sin más, le tendí mi móvil y le enseñé el vídeo.
Cuando terminó de verlo, me miró con lástima y me pidió perdón, pero enseguida le quité mi móvil y me fui. Irremediablemente, me alcanzó, y sin cesar, me decía que no lo volvería ha hacer, que me quería de verdad.
Yo seguí mi camino hacia la parada de guaguas y lo ignoré completamente en el trayecto, aunque a veces se me escapaba algún que otro insulto, pero me daba igual, es lo mínimo que se merece.
Cuando "llegamos", di gracias a dios, la guagua acababa de llegar.
Ya podía irme y alejarme de él.