Coontaadoor

Capítulo ocho

Volvimos a quedarnos dormidos, o por lo menos, él.
Yo me había quedado observándole y pensando que todo esto estaba mal.
Estaba tan sumisa en mi burbuja, que me sorprendí brutalmente cuando una canción provenida de mi móvil comenzó a retumbar en las paredes.


Gabriel se despertó de golpe y asustado preguntaba que qué había pasado.
Me reí, me había hecho mucha gracia, se había levantado asombrado con los ojos cerrados y mirando para todos lados sin saber dónde demonios estaba yo, fue de comedia. Me senté tapada con la sábana y él se posicionó justo detrás de mí, abrazándome por la cintura y colocando su cabeza en mi hombro izquierdo.


- Es un mensaje- le contesté en voz baja.

- ¿De quién, princesa?- Y a continuación, me dio un beso en la mejilla.

- De…¡No puede ser!


- Vaya, un nombre realmente original- me dijo con una gran sonrisa y una pequeña risilla.

- No puedo creerlo, no, es que, no puede tener tanto morro.

- Me estás preocupando pequeña, ¿de quién es el mensaje?- me dijo al mismo tiempo que me quitaba el móvil de las manos al ver que no tenía intención de responder.


“W, sé que no quieres saber nada de mí, pero quería felicitarte, aunque mejor en persona, esta semana estoy de vuelta, y solo para ti, te necesito. Te espero en nuestro antiguo escondite a las 6. Ven, por favor. Te quiere, Tom”

- ¿Por qué diablos das señales de vida, eh?- le preguntó Gabri al emisor del mensaje. Estaba bastante enfadado, por lo que esa pregunta fue muy violenta.


- Tranquilo Gabriel, ese miserable no tiene vergüenza ni respeto por nadie, no te preocupes, no iré a verle.

- No, quiero que vayas, quiero saber qué quiere decirte.

- Yo no quiero ir, y es mi decisión. Sus palabras no merecen ser oídas por mí.


Gabriel se levantó de inmediato al acabar de decir la frase, se puso sus pantalones color negro, su camisa algo arrugada de color blanco y sus caros botines grisáceos tirando a negros que según él, le hacían unos pies pequeños.

No sabía a dónde iba ni por qué se iba, pero cuando se lo pregunté, me dio un beso en la frente y me dijo: “Volveré enseguida, espérame con impaciencia” y se fue.