Coontaadoor

MIL DISCULPAS

Lo siento de verdad, mi estrés de vida no me ha dejado tiempo para actualizar por aquí, ni siquiera tiempo para mí en general. A parte de que tengo problemas técnicos con el Internet, por el cual mi ordenador está desconectado durante un tiempo, los estudios me están sacando de quicio. A si que, sin más, os informo que me pasaré más por aquí cada vez que me lo permitan, continuando la historia y pasándome por vuestros blogs.
  Mil disculpas y muchos saludos (=

Capítulo diez

- ¡¿Qué?! -su rostro era totalmente perplejo, se había quedado de piedra.

- Pues eso Zoe...

- No sé qué decir, me has dejado alucinada...-su cálida voz ahora sonaba fría, con un toque de desilusión.

- Ahora cuenta tú -le dije con estusiasmo.

- ¿Eh? ¿Qué? ¡Ah! no no, era una tontería sin importancia, mejor olvidarlo. Me tengo que ir, ya nos veremos, chao -y una vez más, se fue así sin más.

Qué sensación tan rara, Zoe parece que me oculta algo pero sé que es imposible porque ella me lo cuenta todo, ¿entonces, por qué esa actitud? Había pasado ya más de media hora desde que Gabri se había ido, ¿Dónde estará?
Me había quedado acostada en el sofá viendo la tele mientras esperaba a que por fin alguien, ya sea mi madre, Gabri o hasta el gnomo de mi hermano, diera señales de vida, y justo cuando empiezo a dormirme, sonó el timbre.

- Pequeña, ya estoy aquí. Siento la tardanza pero es que Tom estaba muy lejos -me dijo Gabriel nada más abrir la puerta.

- Espera, ¿qué?. ¿Me estás diciendo que fuiste a ver a Tom?

- En efecto. Hemos estado hablando y me ha dicho que te dejará en paz, pero que tenía que darte esto -estaba tranquilo, como si nada le preocupase. Sin decir ni una palabra, cogí el regalo de su mano, me di la vuelta y lo tiré a la basura.

- ¿Por qué has ido? Y yo no quiero nada de él -le dije con frustación.

- Olvídalo. ¿Vamos a la cama? Ya es muy tarde -me dijo mientras se dirigía hacia las escaleras.

- No, no lo olvido. ¿Sabes qué? mejor quédate en el sofá, buenas noches -y como digo siempre: así sin más, me fui a mi habitación.

Subí las escaleras, me dirigí hacia mi cuarto y nada más entrar me tumbé en mi calurosa cama. Pasaron las horas, o puede que minutos, pero a mi los segundos se me hicieron eternos. Mi madre no había llegado aún, y aunque parezca mentira, estaba preocupada. No me ha llamado ni una sola vez, y ya solo faltan 10 minutos para que deje de ser mi cumpleaños. Al rato de estar ojeando una revista viejísima que tenía bajo el colchón, decido ir abajo y beber un poco de agua, pensar mucho me daba mucha sed, suena gracioso pero es cierto.

Bajé con muchísimo silencio, pasé por el salón y vi que Gabriel dormía profundamente. Lo supe porque roncaba sin parar. Fui hacia la cocina, bebí un poco de agua y de nuevo me iba hacia mi habitación.
Justo antes de subir, vi resplandecer algo en la oscuridad. Era el ragalo de Tom, que albergaba en la basura, pero que con su hipnotizante color plata brillante se podía ver desde cualquier rincón de mi casa.
Me acerqué, lo cogí y subí las escaleras. Me senté en la cama, sin saber si lo abría o no el paquete.
Sin más dilatación, decidí abrirlo. Dentro tenía un precioso collar de plata con un colgante azul marino en forma de luna. Dios, era increíblemente precioso, no podía dejar de mirarlo, hasta que me di cuenta de que debajo había una nota. Decía- Espero que te haya gustado, está hecho exclusivamente para ti. Feliz cumpleaños pequeña cabra.Te Quiero.

Capítulo nueve

Y ahí me había quedado yo, sola y sin saber qué hacer. Cómo supuestamente en nada volverá Gabriel, voy a llamar a Zoe para contarle lo sucedido, es mi mejor amiga, no puedo ocurtárselo por mucho que me pese.

- ¿Zoe?

- Hola Wen, ¿qué tal?, ahora mismo pensaba en llamarte.

- Estoy bien, ¿y tú? Esto... tengo que contarte algo.

- Bien también. Vaya, yo también tengo que decirte algo. ¿Estás en tu casa?

- Sí, ¿vas a venir?

- Sí, en 5 minutos estoy ahí. Chao, ahora nos vemos -y colgó.

¿Qué será lo que tenga que contarme? Aún recuerdo que todavía me debe contar lo que le pasó en filosofía y lo del médico...esta niña siempre se olvida de todo.

---

- ¿Gabriel?

- Sí -contestó él de forma inmediata.

- ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está Wendy? -su voz era extraña, confusa.

- Ella no va a venir Tom, no quiere verte, pero he querido venir yo para saber qué demonios quieres.

- Necesito verla -ahora su voz sonaba a frustación.

- ¿Por qué ahora? ¿Por qué has tenido que volver? ¿Quieres hacerle daño otra vez, es eso?- Gabriel estaba muy cabreado, demasiado para ser él.

- Te equivocas. He vuelto porque la echo de menos. Joder Gabri, siento lo que hice ¿vale? Cometí miles de errores, lo sé y me arrepiento. Solo quiero que hacerle ver que nunca la olvidé.

- ¿Qué la echas de menos? ¡¡¡No haberla abandonado!!! -Gabriel no pudo contenerse y ese chillido le salió casi ahogado, quería rematarlo y alejarlo bien lejos de aquí, pero no podía, él no era así.

- ¡No tuve elección! Yo...la quiero.

- No te la mereces Tom, será mejor que te largues por dónde has venido.

- Eso no lo decides tú. Dime dónde está, porfavor -estaba realmente agustiado, con ansias de encontrarla.

- Ya veremos...No te lo voy a decir, no tengo por qué hacerlo.

- ¡VALE! no me lo digas, pero al menos dale esto de mi parte.

- De acuerdo, se lo daré, pero dájala en paz -y se despidió así sin más.

---

Llaman a la puerta, lo más seguro es que sea Zoe. Abro la puerta y, definitivamente yo tenía razón, es ella.

- Vamos al sofá para estar más tranquilas -me dijo con nerviosismo.

- Dios Zoe me estás asutando, suéltalo ya.

- Wendy yo...porfavor no te enfades conmigo, no me dejes, no lo soportaría.

- No llores, tranquila, sabes que nunca te dejaría, pero porfavor, cuentamelo ya.

- No, mejor cuenta tú primero, así me relajo un poco.

- Está bien, pues ahí va..Gabriel ha venido a verme y nos hemos enrrollado. Sé que es raro, lo hice sin pensar, pero lo cierto es que no me arrepiento. Siempre supe que sentía algo por él, pero el hecho de estar alejados y no olvidar a Tom me impedía centrarme en ese pensamiento. También sé que te dije que no quería saber nada de chicos, pero bueno, la cosa ha surgido así, no me pelees porfavor.







Capítulo ocho

Volvimos a quedarnos dormidos, o por lo menos, él.
Yo me había quedado observándole y pensando que todo esto estaba mal.
Estaba tan sumisa en mi burbuja, que me sorprendí brutalmente cuando una canción provenida de mi móvil comenzó a retumbar en las paredes.


Gabriel se despertó de golpe y asustado preguntaba que qué había pasado.
Me reí, me había hecho mucha gracia, se había levantado asombrado con los ojos cerrados y mirando para todos lados sin saber dónde demonios estaba yo, fue de comedia. Me senté tapada con la sábana y él se posicionó justo detrás de mí, abrazándome por la cintura y colocando su cabeza en mi hombro izquierdo.


- Es un mensaje- le contesté en voz baja.

- ¿De quién, princesa?- Y a continuación, me dio un beso en la mejilla.

- De…¡No puede ser!


- Vaya, un nombre realmente original- me dijo con una gran sonrisa y una pequeña risilla.

- No puedo creerlo, no, es que, no puede tener tanto morro.

- Me estás preocupando pequeña, ¿de quién es el mensaje?- me dijo al mismo tiempo que me quitaba el móvil de las manos al ver que no tenía intención de responder.


“W, sé que no quieres saber nada de mí, pero quería felicitarte, aunque mejor en persona, esta semana estoy de vuelta, y solo para ti, te necesito. Te espero en nuestro antiguo escondite a las 6. Ven, por favor. Te quiere, Tom”

- ¿Por qué diablos das señales de vida, eh?- le preguntó Gabri al emisor del mensaje. Estaba bastante enfadado, por lo que esa pregunta fue muy violenta.


- Tranquilo Gabriel, ese miserable no tiene vergüenza ni respeto por nadie, no te preocupes, no iré a verle.

- No, quiero que vayas, quiero saber qué quiere decirte.

- Yo no quiero ir, y es mi decisión. Sus palabras no merecen ser oídas por mí.


Gabriel se levantó de inmediato al acabar de decir la frase, se puso sus pantalones color negro, su camisa algo arrugada de color blanco y sus caros botines grisáceos tirando a negros que según él, le hacían unos pies pequeños.

No sabía a dónde iba ni por qué se iba, pero cuando se lo pregunté, me dio un beso en la frente y me dijo: “Volveré enseguida, espérame con impaciencia” y se fue.

Atención

Por motivos personales tengo que irme un mes con mi padre, y en su casa no hay Internet, por lo que no podré seguir subiendo capítulos.
Quizás, pueda subir algunos desde la casa de mi novio, pero no es seguro, de todas formas, ya os contaré mejor cuando tenga más información.
Espero que me esperen con ilusión y con una gran sonrisa (:
Que pasen buenas vacaciones (K)

Capítulo siete

- No, Gabriel, para, aléjate. Sabes perfectamente que esto está mal, eres mi mejor amigo y te quiero como tal. (Aunque en verdad, me moría por besarle)

- Está bien, la princesa manda. Pero que sepas que jamás me rendiré – Me dijo al oído mientras la palma de una de sus manos tocaba cuidadosamente mi corazón.

Al tocarme, comencé a recordar todo lo que viví a su lado. Él es mi mejor amigo desde que me mudé aquí, hace unos 6 años. Él tiene 4 años más que yo, por lo que siempre me fijé en él como el buen amigo que era, nunca lo vi de otra forma, pero desde el año pasado, algo cambió. Se tuvo que mudar a otro país y empezar una nueva vida allí, aunque prometió que siempre vendría una vez al año para verme a mí y a sus otros amigos. Siempre ha estado ahí cuando lo he necesitado, sin ninguna excusa y ningún pero, es perfecto, aunque no sé si para mí.

El día antes de irse de nuevo a su casa, me besó. Yo no supe qué hacer, pero me dejé llevar y lo cierto es que, me encantó. Nunca imaginé que besaría a mi mejor amigo, nunca pensé en hacerlo, pero surgió. Yo no quería estar con nadie, como ya dije, no quiero enamorarme ni sufrir por alguien, a si que, cuando terminó de besarme, hice como si me hubiese molestado y me fui sin decirle adiós.

Mientras me iba, mis mejillas se coloreaban de un rojo extenso, estaba avergonzada. Me había gustado ese beso, y eso era un gran problema, ya que, tres meses atrás, lo había dejado con Tom, y aún así, solo pensaba en él. Fue muy extraño, pensaba en Tom, pero no podía dejar de sonreír al recordar el beso que me había dado Gabri, sentí gran confusión.

- No quiero que lo hagas.

Bajó la mirada unos segundos, y de repente, con sus dos manos me agarró con firmeza la cara, y me besó. La pasión salió de la nada y se apoderaba cada vez más de nuestros cuerpos. No podía creérmelo, me gustaba Gabri, esto no podía decírselo a nadie, y menos a Zoe, si no, le estaría dando la razón de que sí necesito a alguien en mi vida.

Su camiseta apareció encima de la televisión, su pantalón debajo del sofá, y nosotros, dormidos en mi cama. No habíamos echo nada, solo besarnos y estar abrazados.

- Gabriel, ¿no tienes que irte a tu hotel?

- No te lo quería decir, pero, los días que voy a estar aquí, pienso quedarme en tu casa.

- ¡Qué dices! ¿Y mi madre, qué?

- Fue ella la que me lo ofreció y , no vi por qué decirle que no – dijo con dulzura.

- Pero, no crees que…- No pude terminar la frase, me besó, otra vez, y otra, y otra…

Capítulo seis

No sé cómo lo hace, pero cada vez que sale algo de su boca, cualquier cosa, siempre me recuerda cosas que deberían de estar olvidadas.

- Ya vas dos veces por hoy que has hecho que mi pasado parezca que es mi presente. Muchas gracias, de verdad. –Le dije con un tono tan cerrado que hasta pensé que por fin se daría cuenta de que todo lo relacionado con el pasado, no debería de interferir en mi vida de ahora, y mucho menos recordarlo.

- Es que es verdad Wen, tú sí quieres a un chico que de verdad te quiera y te haga sonreír cada día, y solo por los palos que te hayas llevado en tu pasado no significa que no puedas volver a encontrar el amor que necesitas, porque todo el mundo, escucha atentamente esto, todo el mundo, absolutamente todas las personas, necesitan amor.

- Odio cuando te pones tan filosófica Zoe, haces que me duela la cabeza. Yo no necesito amor, solo necesito tranquilidad, no necesito a nadie que me haga sonreír hoy y que mañana me haga llorar, porque no tengo tiempo para estar mal. ¿Lo entiendes?

- Sí, lo entiendo, pero, es que el amor es así, no es perfecto. Es como una película, hay escenas que te hacen reír, otras que te hacen llorar y otras que te hacen chillar, el amor es una combinación de reacciones.

- Por favor, para ya, me está dando náuseas.

- Eso es porque sabes que llevo la razón. Al igual que también llevo la razón en que el chico nuevo te gusta pero que no quieres admitirlo porque temes a que te haga daño.

- ¿Te crees muy sabia, verdad?

- No lo creo, lo soy. – Contestó con tal gran orgullo, que no pude contener una carcajada.

- Vamos a ver, mujer de Raphel. El chico nuevo no me gusta, es cierto que es muy mono, pero no me gusta, ten eso claro. Y respecto a Tom, creo recordar que prohibí hablar de ese tema.

- Está bien, si tú dices que no te gusta, no te gusta, pero ya verás cómo dentro de unos días, me darás la razón. Wendy, el hecho de no querer recordarlo es lo que te hace que no consigas olvidar.

- Dejemos de hablar de todo esto por favor, y cuéntame ya por qué te salió mal el examen de Filosofía.

- Ya te lo contaré, que ahora me tengo que ir, mi madre me ha venido a buscar. ¿Quedamos mañana a la hora de siempre en mi casa?

- ¿Por qué te vas? Vale, allí estaré.

- Tengo que ir al médico, ya te contaré mañana.

- Ok, chao.

Y así sin más, me vuelve a dejar sola con un marrón de pensamientos y con una incertidumbre brutal porque siempre me deja a medias en las conversaciones.
Como si nada, camino hacia mi última clase mirando hacia el suelo, perdida en mi cerebro y buscando cosas lógicas. Estaba tan concentrada en mis cosas, que cuando sonó mi móvil me asusté como nunca, tanto que hasta me reí, y no fui la única, los de mi alrededor también lo hicieron.
Era un mensaje de mi hermano Josh, decía:

“Wen, nos vamos de viaje por motivos de trabajo de mamá, yo voy con ella porque no quiere que esté solo mientras tú estás en el insti. En el microondas tienes tu comida. Volveremos esta noche y disfrutaremos de una buena tarta para celebrar tu cumpleaños, por cierto, dice que ni se te ocurra hacer una fiesta. Pórtate bien, te quiero.”

Vaya por dónde, ahora resulta que el día de mi cumpleaños voy a estar sola, ¿habrá mejor regalo que éste? Ahora mismo, no.

Guardo mi móvil y decido largarme a mi casa, no tengo ganas de sentarme a escuchar a nadie, y mucho menos tener que hablar con el chico nuevo, que por alguna razón, intento evitarlo.

Salgo al patio, arranco mi moto y me voy echando humo por todo el trayecto.
El día está bastante raro, parece que va a llover, pero hace mucho calor.
Cuando llegue a mi casa, lo primero que haré será quitarme toda la ropa, estoy sudando como un pollo, que asco.

Por fin llego, aparco mi moto en el garaje y entro en mi casa. Cómo pensaba en el camino de vuelta, me quito toda la ropa menos la interior y la tiro a un rincón.
Entro al salón para poner el ventilador y sentarme a coger aire frío, pero cuando nada más entrar, me he llevado una gran sorpresa. Había un enorme oso de peluche sentado en mi sofá, un osito de color blanco y rosa que en su tripita ponía: te estaba esperando.
Me acerco, lo cojo y lo huelo. Dios, olía cómo…olía a…

- Te estaba esperando –Dijo de repente una voz que resonaba a mi espalda.

- ¡Eso es! Huele a ti –Dije mientras me daba la vuelta.

- Te estaba esperando, pero no pensé que aparecerías media desnuda, aunque, tampoco me disgusta –Dijo con un tono mega sensual mientras se concentraba en no apartar su mirada de mis ojos.

- ¿Qué haces aquí? ¿No era que tenías que irte?

- Quería darte una sorpresa.

- Eres perfecto Gabriel.

- Pero no tanto para enamorarte,¿verdad? -Dijo mientras me agarraba la cintura con suavidad y acercaba sus labios cada vez más a los míos, haciendo que mi respiración se entrecorte y me ponga muy nerviosa.