Coontaadoor

Atención

Por motivos personales tengo que irme un mes con mi padre, y en su casa no hay Internet, por lo que no podré seguir subiendo capítulos.
Quizás, pueda subir algunos desde la casa de mi novio, pero no es seguro, de todas formas, ya os contaré mejor cuando tenga más información.
Espero que me esperen con ilusión y con una gran sonrisa (:
Que pasen buenas vacaciones (K)

Capítulo siete

- No, Gabriel, para, aléjate. Sabes perfectamente que esto está mal, eres mi mejor amigo y te quiero como tal. (Aunque en verdad, me moría por besarle)

- Está bien, la princesa manda. Pero que sepas que jamás me rendiré – Me dijo al oído mientras la palma de una de sus manos tocaba cuidadosamente mi corazón.

Al tocarme, comencé a recordar todo lo que viví a su lado. Él es mi mejor amigo desde que me mudé aquí, hace unos 6 años. Él tiene 4 años más que yo, por lo que siempre me fijé en él como el buen amigo que era, nunca lo vi de otra forma, pero desde el año pasado, algo cambió. Se tuvo que mudar a otro país y empezar una nueva vida allí, aunque prometió que siempre vendría una vez al año para verme a mí y a sus otros amigos. Siempre ha estado ahí cuando lo he necesitado, sin ninguna excusa y ningún pero, es perfecto, aunque no sé si para mí.

El día antes de irse de nuevo a su casa, me besó. Yo no supe qué hacer, pero me dejé llevar y lo cierto es que, me encantó. Nunca imaginé que besaría a mi mejor amigo, nunca pensé en hacerlo, pero surgió. Yo no quería estar con nadie, como ya dije, no quiero enamorarme ni sufrir por alguien, a si que, cuando terminó de besarme, hice como si me hubiese molestado y me fui sin decirle adiós.

Mientras me iba, mis mejillas se coloreaban de un rojo extenso, estaba avergonzada. Me había gustado ese beso, y eso era un gran problema, ya que, tres meses atrás, lo había dejado con Tom, y aún así, solo pensaba en él. Fue muy extraño, pensaba en Tom, pero no podía dejar de sonreír al recordar el beso que me había dado Gabri, sentí gran confusión.

- No quiero que lo hagas.

Bajó la mirada unos segundos, y de repente, con sus dos manos me agarró con firmeza la cara, y me besó. La pasión salió de la nada y se apoderaba cada vez más de nuestros cuerpos. No podía creérmelo, me gustaba Gabri, esto no podía decírselo a nadie, y menos a Zoe, si no, le estaría dando la razón de que sí necesito a alguien en mi vida.

Su camiseta apareció encima de la televisión, su pantalón debajo del sofá, y nosotros, dormidos en mi cama. No habíamos echo nada, solo besarnos y estar abrazados.

- Gabriel, ¿no tienes que irte a tu hotel?

- No te lo quería decir, pero, los días que voy a estar aquí, pienso quedarme en tu casa.

- ¡Qué dices! ¿Y mi madre, qué?

- Fue ella la que me lo ofreció y , no vi por qué decirle que no – dijo con dulzura.

- Pero, no crees que…- No pude terminar la frase, me besó, otra vez, y otra, y otra…

Capítulo seis

No sé cómo lo hace, pero cada vez que sale algo de su boca, cualquier cosa, siempre me recuerda cosas que deberían de estar olvidadas.

- Ya vas dos veces por hoy que has hecho que mi pasado parezca que es mi presente. Muchas gracias, de verdad. –Le dije con un tono tan cerrado que hasta pensé que por fin se daría cuenta de que todo lo relacionado con el pasado, no debería de interferir en mi vida de ahora, y mucho menos recordarlo.

- Es que es verdad Wen, tú sí quieres a un chico que de verdad te quiera y te haga sonreír cada día, y solo por los palos que te hayas llevado en tu pasado no significa que no puedas volver a encontrar el amor que necesitas, porque todo el mundo, escucha atentamente esto, todo el mundo, absolutamente todas las personas, necesitan amor.

- Odio cuando te pones tan filosófica Zoe, haces que me duela la cabeza. Yo no necesito amor, solo necesito tranquilidad, no necesito a nadie que me haga sonreír hoy y que mañana me haga llorar, porque no tengo tiempo para estar mal. ¿Lo entiendes?

- Sí, lo entiendo, pero, es que el amor es así, no es perfecto. Es como una película, hay escenas que te hacen reír, otras que te hacen llorar y otras que te hacen chillar, el amor es una combinación de reacciones.

- Por favor, para ya, me está dando náuseas.

- Eso es porque sabes que llevo la razón. Al igual que también llevo la razón en que el chico nuevo te gusta pero que no quieres admitirlo porque temes a que te haga daño.

- ¿Te crees muy sabia, verdad?

- No lo creo, lo soy. – Contestó con tal gran orgullo, que no pude contener una carcajada.

- Vamos a ver, mujer de Raphel. El chico nuevo no me gusta, es cierto que es muy mono, pero no me gusta, ten eso claro. Y respecto a Tom, creo recordar que prohibí hablar de ese tema.

- Está bien, si tú dices que no te gusta, no te gusta, pero ya verás cómo dentro de unos días, me darás la razón. Wendy, el hecho de no querer recordarlo es lo que te hace que no consigas olvidar.

- Dejemos de hablar de todo esto por favor, y cuéntame ya por qué te salió mal el examen de Filosofía.

- Ya te lo contaré, que ahora me tengo que ir, mi madre me ha venido a buscar. ¿Quedamos mañana a la hora de siempre en mi casa?

- ¿Por qué te vas? Vale, allí estaré.

- Tengo que ir al médico, ya te contaré mañana.

- Ok, chao.

Y así sin más, me vuelve a dejar sola con un marrón de pensamientos y con una incertidumbre brutal porque siempre me deja a medias en las conversaciones.
Como si nada, camino hacia mi última clase mirando hacia el suelo, perdida en mi cerebro y buscando cosas lógicas. Estaba tan concentrada en mis cosas, que cuando sonó mi móvil me asusté como nunca, tanto que hasta me reí, y no fui la única, los de mi alrededor también lo hicieron.
Era un mensaje de mi hermano Josh, decía:

“Wen, nos vamos de viaje por motivos de trabajo de mamá, yo voy con ella porque no quiere que esté solo mientras tú estás en el insti. En el microondas tienes tu comida. Volveremos esta noche y disfrutaremos de una buena tarta para celebrar tu cumpleaños, por cierto, dice que ni se te ocurra hacer una fiesta. Pórtate bien, te quiero.”

Vaya por dónde, ahora resulta que el día de mi cumpleaños voy a estar sola, ¿habrá mejor regalo que éste? Ahora mismo, no.

Guardo mi móvil y decido largarme a mi casa, no tengo ganas de sentarme a escuchar a nadie, y mucho menos tener que hablar con el chico nuevo, que por alguna razón, intento evitarlo.

Salgo al patio, arranco mi moto y me voy echando humo por todo el trayecto.
El día está bastante raro, parece que va a llover, pero hace mucho calor.
Cuando llegue a mi casa, lo primero que haré será quitarme toda la ropa, estoy sudando como un pollo, que asco.

Por fin llego, aparco mi moto en el garaje y entro en mi casa. Cómo pensaba en el camino de vuelta, me quito toda la ropa menos la interior y la tiro a un rincón.
Entro al salón para poner el ventilador y sentarme a coger aire frío, pero cuando nada más entrar, me he llevado una gran sorpresa. Había un enorme oso de peluche sentado en mi sofá, un osito de color blanco y rosa que en su tripita ponía: te estaba esperando.
Me acerco, lo cojo y lo huelo. Dios, olía cómo…olía a…

- Te estaba esperando –Dijo de repente una voz que resonaba a mi espalda.

- ¡Eso es! Huele a ti –Dije mientras me daba la vuelta.

- Te estaba esperando, pero no pensé que aparecerías media desnuda, aunque, tampoco me disgusta –Dijo con un tono mega sensual mientras se concentraba en no apartar su mirada de mis ojos.

- ¿Qué haces aquí? ¿No era que tenías que irte?

- Quería darte una sorpresa.

- Eres perfecto Gabriel.

- Pero no tanto para enamorarte,¿verdad? -Dijo mientras me agarraba la cintura con suavidad y acercaba sus labios cada vez más a los míos, haciendo que mi respiración se entrecorte y me ponga muy nerviosa.

Capítulo cinco

Mientras continúo con mi canción, veo como muchos de mis compañeros se balancean de un lado a otro, eso era buena señal, lo estaba haciendo bien.

Luego, dejé de concentrarme un instante y busqué con la mirada a mi nuevo compañero,
y cuando al fin lo encontré, vi que me observaba de una manera que no podía describir.

Cuando él vio que le estaba mirando, me sonrió y cerró los ojos al mismo tiempo que se unía a los balanceos de sus compañeros.

Desvié la mirada y con una sonrisilla seguí con la canción, ya solo falta tocar las últimas notas. Después de unos segundos más, finalicé la música.

- ¡Bravo! – Chilló mi guapo compañero de mesa.

- Gracias. – Les contesté sonrojada.

¡¡Riiiiing!!

Me levanto y salgo del aula con paso ligero, no tengo ganas de seguir revoleando por todos los pasillos.
Ya solo tengo una clase más y se acabó por hoy, ya que estoy a finales del curso
y prácticamente ya he acabado todos los exámenes.

- Wendy, ¿podemos hablar ahora? -dijo la voz de Zoe detrás de mi oreja.

- Está bien. ¿Qué era eso tan importante?

- Se trata del nuevo chico del instituto. ¿A que está como un queso? ¿Lo has visto no?

- ¿Te refieres a ese rubio con ojos de mar con una personalidad fácil de descifrar y que su vocabulario deja mucho que desear?

- Sí, ese. ¿Entonces lo has visto no? Porque parece que lo conoces de toda la vida.

- Claro que lo he visto, está en mi clase y justamente se sienta a mi lado. No lo conozco, y tampoco quiero, es un chulo y va de guay por la vida pensando que gusta a todas las tías por su apariencia.

- Y tiene razón -dijo con tono sensual mordiéndose el labio inferior.

- Hay por dios, ¿es que nunca te puedes fijar en un tío normal?

- A ti te gusta, admítelo.

- No voy a admitir nada porque no es cierto. Tú ya sabes que mi corazón está sellado y que nadie nunca entrará para hacerle daño.

- ¿Te refieres a no hacerle daño como lo hizo Tom?

Capítulo cuatro

¡Oh dios mío! No podía creerlo, era realmente precioso.
Tiré el papel de regalo a la basura y guardé mi regalo en mi taquilla. La sirena había tocado ya hacía como diez minutos, con lo que me fui corriendo a clase.

- Lo siento profesor, no volverá a ocurrir.

- Está bien Wendy, ocupe su lugar.

Me siento en mi sitio, pongo la mochila encima del pupitre y me relajo unos segundos. Digo unos segundos porque fue lo que duró exactamente:

- Preciosa, ¿siempre llegas tarde a Música? - Me distrajo mi nuevo compañero de mesa.

- No precioso, no. Es la primera vez.

- ¿Debe de ser una persona muy importante para ti, no?

- ¿Cómo sabes que me entretuve con alguien?

- Porque te vi. Entonces, ¿lo es, no?

- Sí, y no sabes cuánto.

- ¿Te ha regalado eso?

- Sí.

- ¿Por qué?

- Porque es mi cumpleaños. ¿No lo sabías, don preguntón?

- No, no lo sabía.

- ¡A ver, ustedes dos, cállense ya! - Nos chilló el profesor.

Genial, llego tarde a la única clase que me gusta y encima me llaman la atención, ya solo me falta que me echen de la clase. Pasaron unos largos minutos, observando como los demás afinaban sus instrumentos y como los patosos me rompían los oídos con sus dotes de músicos.

- Wendy, haz una demostración de cómo hay que tocar el piano sin poner caras raras, por favor. - Me pidió amablemente el profesor.

Me siento en una silla pequeñita de color negro azabache, estiro un poco las piernas, respiro hondo, y comienzo a tocar mi canción favorita. Noto como cada nota entra en mi cuerpo, me da un brote de tranquilidad y me llenan de vida.
Dejo fluir mis dedos en las teclas, sin ningún tipo de interrupción, solo la música y yo, nadie más.

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Sé que prometí haberlo subido antes, no quiero poner excusas, pero solo deciros que no volverá a ocurrir. MUCHAS GRACIAS A TODOS.